Los focos “normales” consumen gran
cantidad de energía en calentamiento; los focos ahorradores generan menos
calor, siendo mucho más eficientes.
Aunque los focos incandescentes son los
más comunes en la actualidad, cada vez vemos más el uso de los ahorradores o
fluorescentes. Estos focos pueden dar la misma posibilidad de iluminación, pero
sin el típico calentamiento de las bombillas comunes. La luz es una forma de
energía que puede ser liberada por un átomo.
Ésta se constituye por pequeñas
partículas que son llamadas fotones (“foto” significa luz y “on”, partícula) y
resultan la parte básica de luz. Los átomos liberan fotones cuando sus
electrones son excitados. La diferencia principal entre los tipos de focos
existentes, es el proceso de excitación de los átomos. En un foco incandescente
o en una lámpara de gas, como las que antes se usaban, los átomos son excitados
por calor y es un proceso muy sencillo, sólo calentar. En las fluorescentes,
existe un sistema muy complicado de excitación de átomos.
El elemento central en un foco
ahorrador es un bulbo hermético de vidrio. Este bulbo en sus paredes está
recubierto de un polvo compuesto por fósforo y en su interior hay un poco de
mercurio. Tiene un gas inerte que puede ser argón y contiene dos electrodos en
cada extremo, conectados a un circuito eléctrico. Todo está contenido a baja
presión, es por eso que cuando los rompemos decimos que “estallan”.
Ahora, cuando uno prende el foco
ahorrador, la corriente fluye por el circuito eléctrico a los electrodos y se
hace una migración de electrones generando luz ultravioleta. Lo malo es que
este tipo de luz para el ojo humano no es visible y no nos sirve para iluminar.
El secreto está en el recubrimiento de
fósforo que vuelve a la ultravioleta útil. La ventaja del fósforo es que emite
luz cuando se expone a ella y lo que vemos en los focos es lo que refleja el
fósforo por los ultravioletas. La tonalidad del foco, es decir “luz blanca” que
es más azul o “luz cálida” que es más roja, se le da cambiando la composición
de las mezclas del fósforo que lleva en su interior.
Un problema que existía en los
fluorescentes era el tiempo de encendido. Uno prendía la luz y tenía que
esperar hasta tres segundos para que iluminara. Actualmente ya es de manera
casi instantánea. Una lámpara ahorradora es seis veces más eficiente que un
foco “normal.
El mercurio y los focos
ahorradores:
Greenpeace está trabajando para que
los legisladores elaboren una ley que prohíba las
lámparas incandescentes (es decir, los
focos convencionales) una medida realmente un poco descabellada debido a los
contaminantes que contienen antes de 2012, a fin de
que estos productos dejen de ser
vendidos en el país.
Una de las mejores opciones para
reemplazar estos focos son las lámparas
fluorescentes compactas (es decir, las
lámparas o focos ahorradores) y las lámparas
de leds.
Las lámparas ahorradoras consumen
cuatro veces menos energía y pueden durar
hasta diez veces más que un foco
común. Además, la energía eléctrica necesaria para
hacer funcionar un foco incandescente
emite, en promedio, cinco veces más CO2 que
la empleada para una lámpara
ahorradora. Estas son las principales razones por las
que la sustitución generalizada de
focos incandescentes es una oportunidad de
mitigación del calentamiento global
del planeta.
Pero existe un gran problema en
esto por las siguientes razones:
Mercurio:
Debido a su principio de
funcionamiento, las lámparas ahorradoras necesitan mercurio
para emitir luz. El mercurio es un
metal pesado que se encuentra de forma natural en la
corteza terrestre. Dependiendo de la
forma en la que se combine con otros elementos,
el mercurio puede permanecer en el
ambiente durante diferentes periodos, desde
horas o meses hasta años.
El mercurio se obtiene de diversas
fuentes:
A través de la minería, como producto
principal o subproducto de la extracción o
refinamiento de otros metales.
Recuperándolo en la refinación de gas
natural.
Reciclándolo de productos usados y
desechos de procesos de producción industrial.
Emisiones en focos ahorradores
El inventario preliminar sobre
emisiones de mercurio, estima que al romperse una
lámpara fluorescente, el 25 por ciento
de su contenido de mercurio es emitido al aire.
De acuerdo con estas cifras, las
emisiones de mercurio generadas por la rotura de
lámparas fluorescentes en para citar
un ejemplo México representan en promedio 0.229 ton/año.
La
conclusión de este informe, es que al final las compañías fabricantes de
lamparas incandescentes, han echo creer que la mejor opción este tipo de
dispositivo resulta menos dañinos para
el medio ambiente, realmente no es así, son sumamente contaminantes y al final
el almacenaje, desecho y reciclaje, genera mas contaminación que al final
realmente es poco lo que ayuda
al medio ambiente.
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